Las partes de las que está formado un
turbo, normalmente son dos. La primera de ellas es la turbina y por el otro el
compresor. La turbina recoge los gases de escape que son expulsados desde el
cilindro, hacia el exterior del motor. Durante su recorrido, los gases hacen
que se mueva la turbina y esta hace que se mueva el compresor, ya que se
encuentran unidos.
El compresor tiene una forma exterior
de un ventilador con aspas y su cometido es aspirar el aire nuevo que procede
del exterior, comprimirlo y posteriormente enviarlo al colector de admisión. Con este método se consigue aumentar la cantidad de aire que se introducen en
los cilindros.
Aunque su misión principal es
siempre la misma, existen varios tipos
de turbos.
Podemos encontrarnos con un turbo de
geometría fija. Este es el tipo de turbo se caracteriza por tener lag, tarda en
responder. No tiene ninguna pieza móvil para enviar los gases de escape al
interior de la turbina. Se trata del modelo de turbo más barato y fiable.
Otro modelo muy extendido hoy en día
es el turbo de geometría variable. Este modelo de turbo incorpora varias piezas
móviles en la turbina. Estas piezas móvil ayudan a aprovechar de mejor manera
los gases de escape. El funcionamiento es óptimo a cualquier rango de
revoluciones y, sobre todo, a bajas vueltas. El uso de estos turbos es
principalmente en los motores diésel, aunque también nos lo podemos encontrar
en algún modelo de gasolina.
Otro tipo de turbo, el más moderno, es
el de Twin Scroll. Su diferencia más significativa es que canalizan el aire que
se introduce a los cilindros gracias a varios conductos independientes. Así
aprovechamos de mejor manera los gases de escape a pocas revoluciones. Las
prestaciones de este modelo de turbo son comparables a las de un motor biturbo.
Por último tenemos que hablar de los
compresores. Su funcionamiento es totalmente distinto al resto de modelos. Un
compresor no funciona gracias a los gases de escape, sino mediante una correa
conectada directamente al motor, como si se tratase de un alternador o un
compresor de aire acondicionado, por ejemplo. La gran desventaja es que el
motor necesita fuera para mover el compresor, lo que hace aumentar el consumo,
aunque su funcionamiento es mucho más suave y agradable.
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